Ocurrió hace muchas vidas – dice Marianne Ihlen,
desde un pueblecito cerca de Oslo, con su marido y
sus ochenta años, dedicada a pintar –.
Conocerás a un hombre
que habla con lengua de oro.
Un hombre que supo ver lo que ella no conocía de sí misma.
La joven y atractiva noruega,
en la terraza de la tienda de comestibles junto al muelle.
Es perfecta con la primera luz de la mañana.
El hombre con gabardina azul
había llegado a casa.
Ray Charles y la Olivetti verde.
Salvaje y desnuda perfección.
La isla de Hydra.
La vida como un bufet.
Descalzos y felices,
pobres y felices, bajo el sol.
Fumaba.
Escribía.
Marianne.
Un día, el cableado del teléfono
en la ventana.
en la ventana.
Los pájaros.
La desdicha.
El parque de lilas.
Hay una grieta en todo.
Es así como entra la luz.
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