jueves, 27 de febrero de 2014

Jardín de invierno

"No es verdad que todo permanezca dentro de nosotros. Hay cosas que se pierden para siempre. Hay, en el coraje de saberlo, un belleza helada. Aunque hunda un dedo en tu corazón y te lo rompa en pedazos."
  Leila Guerriero, http://elpais.com/elpais/2014/02/25/opinion/1393331044_124477.html

                                                                                                  Valdeolea Valle
Hay cosas que se pierden para siempre, ni siquiera la memoria las preserva, ni la voluntad de llevarlas siempre con nosotros. Cargamos en el camino el equipaje de tantas miradas, momentos, y creemos que nos acompañan, que poderlas preservar en la memoria. Sin embargo, el viaje las altera, las desgasta, las hace borrosas, lejanas, se convierten en ficción, en polvo. La belleza helada está en mirar lo que tenemos con los ojos más atentos, un momento, sabiendo que lo perdemos, e intentar que dure un poco, un tiempo, dentro. 

Se pierde en la arena
el temblor momentáneo y repentino
de su aliento en el cuello y aquel mirar,
el pelo erizado del gato  que se arquea
al doblar la esquina mientras cae el sol de la tarde.
Se pierde el momento pleno de luz y sol y viento
al correr el coche por la carretera 
y la sal y  la mano en la pierna;
un susurro al oído y el abrazo definitivo, urgente,
el olor agridulce del niño, la carcajada en el pasillo,
los escalofríos de deseo, se pierden.
Huellas en la nieve, la arena, el camino de barro.
Después solo aire y agua,
fugaces destellos a veces. Nada. 

martes, 4 de febrero de 2014

También su silencio



“Cada cual es también su silencio”

En la vida hay historias que se cuentan, decisiones, actos, acontecimientos, que conforman el relato, la biografía… Y luego están las que no se cuentan, no tienen narrador porque no acontecen, son cosas que palpitan, se sienten, se piensan o se sueñan, o se dicen a media voz, historias que pudieron pasar y no pasaron, que pudieron convertirse en hechos, en biografía, si algo que no se explica hubiera desencadenado la acción;  sin embargo permanecieron latentes, en otro plano. Son como agujeros negros adonde caen las cosas que pudieron ser y no fueron, que hubieran podido ser si algo hubiera sucedido de otro modo, si alguien hubiera cogido algún tren… Creo que en estos agujeros negros habitan posibles novelas, una vida paralela invisible y mágica, inaprensible pero intensa, que perdura en nosotros en ecos infinitos, que va tejiéndonos por dentro pero nadie ve, que nos conforma el alma, la memoria – recordar lo que fuimos, imaginar lo que pudimos ser... 
Pertenecen al territorio de la literatura. Si se cuentan bien, revelan la vida porque en ellos palpitan las cosas no dichas, los sueños, anhelos, recuerdos, las miradas sutiles, los significados escondidos detrás de cada gesto… Lo que pasa por dentro mientras transcurre la vida. Luego nos vamos y en algún lugar queda un intenso y profundo agujero negro. A veces sus ecos prevalecen en quien queda, y van llenando otro agujero. Vete a saber por cuánto tiempo.