sábado, 16 de noviembre de 2013

Las personas son como los lugares.

"... o momento em que você perde alguém. Em que alguém desiste, te abandona, vai embora. E questão de um segundo. Uma mudança muito sutil no olhar. Às vezes nem a pessoa sabe que acabou de te abandonar, ou de abandonar um desejo, uma ideia."

"Nunca é apenas um que vai embora, nunca é apenas um que abandona. As coisas são feitas sempre em dupla, e elas se misturam, nós nunca abandonamos sem ao mesmo tempo ser abandonados. E compramos uma passagem de avião e ao mesmo tempo sofremos porque o outro desistiu de pedir para ficarmos. Talvez eu quisesse isso, que ele me pedisse para ficar. Que ele implorasse, Érika, não vai. Provavelmente eu não teria ficado. Com certeza eu não teria ficado. Aliás, nada que o outro dissesse me faria ficar. Eu sei, não faz sentido algum, mas é assim. Ele não disse nada, não implorou, não pediu. Eu ainda fiquei alguns minutos em silêncio, dizendo comigo mesma, não vai, não vai. Porque ele também estava indo embora."
                                            Carola Saavedra, Paisagem com dromedário



Las personas en nuestra vida son como los lugares a los que uno puede llegar, quedarse, irse. Nos apegamos a ellos, a veces. Pero de todos nos vamos siempre. De todo nos despedimos, todo el tiempo. Aun cuando creamos que nos quedamos, en algún momento nos vamos por dentro o se marchan los otros. Esta excelente novela acaba con la despedida del personaje de una isla, que fue fuga, paraíso, espejismo y cárcel. Lugar de huida, de invención, de ahogo. Ella se marcha y abandona dos lugares, el que inventó y el que dejó en el pasado, para salir a la nada, a enfrentarse a sí misma, al vacío. 



Ilha III


"Olhar os aviões. Ver um avião chegando numa ilha no meio do océano é reconfortante. Como se enfim alguém estivesse chegando para nos salvar. Como se alguém nos jogasse uma corda".
                                                     Carola Saavedra, Paisagem com dromedário

Ilha II



"Eu perdi alguma coisa, Alex. Ainda não sei o que é, mas sei que perdi. Um lugar. Uma possibilidade (...) Sinto que perdi esta ilha. Pois é, é possível perder uma ilha. E agora aquí estou. E não sei para onde ir. Talvez a ilha nunca tenha existido, penso nisso agora. Talvez a ilha tenha sido apenas uma miragem, uma construção"
                                                           Carola Saavedra, Paisagem com dromedário

Ilha I

                                             


"Isto é uma ilha, Alex, uma ilha, aquí é possível viver desvinculado de todo o resto."
                                                              Carola Saavedra, Paisagem com dromedário

domingo, 10 de noviembre de 2013

Escenarios

                                “Todo continuaría sin ella” (Virginia Woolf, Mrs. Daloway)



Escenarios. Cuál es la calle, el rincón del barrio con su vida agitándose al comenzar el día, por las mañanas, del que yo voy a faltar. Cargo conmigo varios de donde falto y falté un día. La calle peatonal que va al mercado con las persianas de las tiendas que resuenan al abrirlas sus dueños por la mañana, las aceras con sus escaparates recién iluminados al anochecer, las cafeterías con sus mesas junto a la ventana y sus presencias anónimas. Falto también de la ventana que mira a la calle desde lo alto y de la boca de metro con sus escaleras soleadas en el invierno, una mañana de domingo. Falto de las hojas pardas del otoño crujiendo al pisarlas por el asfalto y en las laderas del monte allá más lejos. El hueco de esa ausencias lo llevo pintado dentro y el rumor de todo aquello sin mí resuena como un eco, de vez en cuando, cuando abro la caja y me asomo.Vivo y transito ya hace años por aceras descascarilladas de piedra portuguesa, avenidas de coches arboladas por una cúpula espesa de gigantescas acacias, calles destartaladas que se abren al mar y al salitre y atardeceres rosados y transparentes por donde asciende la luna llena hinchada como una moneda de oro. Me pregunto si pertenezco a este escenario si faltaré de él un día.
La constatación de la Sra. Daloway una mañana londinense, mientras se mueve cotidianamente por Westminster y la vida palpita en torno a ella con sus pequeños gestos, de que un día todo seguiría sin ella, de que faltará de ese lugar, tiene que ver con su sentimiento de pertenencia a un mundo y a un espacio con cuyos gestos, voces y movimientos se identifica. Un espacio donde percibe la vida palpitando y toma conciencia repentina de la muerte, imaginándola como su propia ausencia de ese mundo en el que se reconoce. La extranjería en cambio, es una mirada que no se reconoce en el mundo que contempla a su alrededor, o nunca del todo. 

Algo que nos delata

"Por mais que a gente se esforce e condene com fervor os preconceitos e domine o idioma, por mais que a gente chegue sorridente e coma sem perguntar o que tem no prato, e sorria com satisfação, e se cubra com os mesmos panos, e imite os gestos minuciosamente. Por mais que a gente tente se adaptar e ser igual, a gente nunca vai ser igual, sempre haverá algo que nos delata, um gesto, um olhar".
                                                  Carola Saavedra, Paisagem com dromedário




"Você não é daqui, né?"  Me pregunta con el ceño fruncido en cuanto abro la boca y saludo. El gesto arrugado de su cara al mirarme merecía una foto. Es el resumen de la mirada del otro hacia nosotros cuando el otro es quien pertenece al mundo y el observado el diferente. Uno se acostumbra con los años y lo lleva con humor. Pero a veces cansa. En ese momento, cuando la persona formula la pregunta y además frunce el gesto con extrañeza es como si quien somos no contara, como si pasara al primer plano, hasta convertirlo en tema, nuestra diferencia. Y el extranjero, que responde con educación, se aleja inmediatamente. No se sabe adónde pero uno por dentro se marcha, vuelve la espalda.  A veces ni siquiera se formula la pregunta, pero se hace el gesto, es sutil, pero se capta. Los ojos que se abren y la mirada fija, como si hubiera entrado un fantasma en la habitación. Ser extranjero es convivir con eso, acostumbrarse, hacer como que no le prestamos atención.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Una lengua es un espacio

Habitan en nosotros lugares en que vivimos, espacios perdidos a los que quisiéramos volver. A veces nos visitan, suben desde el estómago, como una maroma, un viento que asciende hacia arriba y por unos instantes nos ocupa de nuevo y en la evocación intensa del lugar vienen luces, sonidos, gestos y un sentimiento hondo de pérdida irrecuperable. En esa nostalgia de un lugar está sobre todo la nostalgia de quien fuimos, de aquellos ojos que ya no mirarían igual, ni lo mismo. Ese cierto desamparo por no poder regresar.


Llega como un vaho invisible
empañando las paredes de las entrañas.
La luz, las partículas invisibles de polvo
que impregnan las habitaciones,
las calles, las figuras en movimiento, la lengua
que flota en el aire aunque no se oye,
el sonido de los coches, las ambulancias,
el entrechocar de las tazas de café recién
hecho sobre la barra de las cafeterías,
las hojas que vibran verdes en primavera,
las luces en los balcones al anochecer.
Se apodera de mí en un instante,
con su ausencia desgarrada,   
ese espacio que no habito.
Un ver lo invisible, un no estar 
que se hace presente aquí dentro,
donde la congoja pellizca y escuece.
La memoria de una casa que fue mía.




"Ao evocar a imagem tal, surgirá  imediatamente o lugar, a época e a pessoa ao meu lado, e, junto com isso, a lembrança de quem eu era, de como estava vestida, de como me sentia, do que eu pensava. E, ao recuperar de novo quela memória, a sensação de confrontar dois momentos inconcialiáveis,a Érika atual e a Érika daquele instante. Desse confronto impossóivel, um certo espanto, como se numa viagem no tempo eu me encontrasse comigo mesma"
                                          Carola Saavedra, Paisagem com dromedário

El pasado fin de semana tuve el placer de oír a Carola Saavedra en una charla en el FLICA de Cachoeira. Al hilo de la conversación, habló de un tipo de nostalgia, la de los lugares en que hemos vivido. En su caso, que lo ha hecho en varios países desde niña, y que ese trayecto de vida la ha llevado a transitar por varias lenguas, esa nostalgia va unida a las lenguas en las que hablaba.   "Eu sinto saudades - dijo -  da pessoa que eu era lá, da pessoa que era falando outra língua; e por encima de tudo, saudades de falar essa língua". Ella se refería a la añoranza de las mujeres que era en aquellos sitios, la que hablaba alemán, la que hablaba francés o español. Cada lengua un ropaje y cada lugar un escenario de vida.
Esa es otra forma de extrañamiento del extranjero, el verse hablando otra lengua, ser otro. Y cuando ya lo hace, transitar de su propia lengua a otra como un espectador de sí mismo, pues somos otros hablando otro idioma, la lengua trae cambios profundos en nuestra identidad. Y cuando vivimos en otro país, así vamos siendo unas veces uno y otras otro. Y a veces cansa, a veces uno quisiera volver a su lengua sola, como a una casa. Ahí está otro tema: una lengua tambíén es un espacio. Y a veces la nostalgia del espacio viene a través de la lengua. A veces, desde aquí, desde la distancia oceánica, la palabra, el sonido de mi lengua a través del teléfono me lleva al lugar y siento una sensación agridulce de pertenencia envuelta en esa como pena que trae la nostalgia. 


El lugar del extranjero

El viajero carga a sus espaldas el peso de la ausencia, nunca del todo presente, extranjero siempre. Sin cimientos suficientes, sin raíces que le claven al suelo.

"Hans se daba perfecta cuenta de lo frágil que era su viaje, su amor, su estancia en la ciudad, sus certezas"
                                                        Andrés Neuman, El viajero del siglo



Llegar a la  literatura desde la no pertenencia, desde el lugar del extranjero que mira sin estar nunca en el centro de los acontecimientos, como el extranjero, un espectador. Al mismo tiempo la creación literaria, tanto la escritura como la lectura, es un acto que abre un ámbito, un espacio al que entramos unos y salimos otros. La literatura como espacio de pertenencia, de vivencia, de transformación y el escritor como alguien que habita en un ese entre lugar que se crea entre la vida en sí, vista con cierta distancia o extrañamiento, y las palabras que tejen el mundo que él escribe. Y entonces llega el lector y abre la puerta y accede él ahora a ese lugar y por él transita y lo construye y transforma él también y si la lectura es fecunda hallará allí, al menos mientras dure, un lugar en el mundo. Por eso la literatura es hogar, refugio, y una vez que nos toca, nos convierte en eternos viajeros, de un lugar a otro, errantes siempre, extranjeros  en busca de nuevas pertenencias.




"(...) la literatura me dio una identidad, me dio un lugar en el mundo, no es un lugar físico pero es un lugar, una patria - una palabra que no me gusta mucho - pero pertenezco a eso, y es algo que no está atado a un país" 

"(...) no pertenecer a algo es necesario para que puedas escribir, porque si estás en el medio de lo que está pasando no tienes el distanciamiento para eso. El escrito es alguien que observa, sabe cómo es estar ahí en el medio, pero para escribir tiene que dar un paso hacia afuera, esa es una forma de ser extranjero. Yo escribo desde ese lugar, desde el lugar del extranjero".