lunes, 21 de octubre de 2013

Esplendor en la hierba

"Es un paréntesis ¿no?, susurró Hans, el verano digo. Como si el resto del año fuera el texto y el verano el comentario, una frase aparte. Sí, contestó Sophie pensativa, ¿sabes qué dice esta frase? dice ´no duro mucho´. Es raro, dijo Hans, siento que el tiempo estuviera detenido y a la vez me doy cuenta de lo rápido que se va. ¿Eso será quererse? dijo ella mirándolo. Será, sonrió él."
                                                                                 Andrés Neuman, El viajero del siglo




El verano, un paréntesis.  De nuevo la idea de la isla. El amor - el enamoramiento - es un verano, un paréntesis, una isla. La sensación de que el tiempo se ensancha y detiene, se suspende, fugazmente. El momento álgido del verano, es ese balcón en la altura, asomado a un precipicio, en que todo se suspende para ver allá abajo que después todo va a empezar a caer. Así me sentía en verano en la adolescencia, instalada en un eterno paréntesis que volaba al final y siempre acababa en despedida. Así resplandecen los amores intensos en nuestra memoria, como los veranos.

"Sua beleza certeira como ´uma ilha de felicidade sempre presente no norte claro de meu ser´" (...) "A rede de balanço e o mel: oitenta anos depois ele ainda podia se lembrar, com a mesma aflição juvenil de sua alegria original, do momento da primeira paixão por Ada" Oitenta anos depois, a felicidade de Van ainda se alimentava daquele primeiro verão. Não com as garras escuras da melancolia, mas com o brilho da presença continuada"
                                         Lila Azam Zanganeh, O encantador Nabokov e a felicidade



                                Esplendor en la hierba, de Elia Kazan (1962)

Vi esta  película de adolescente por primera vez en la televisión una noche, me impresionó hondamente. Lloré mucho después de verla. Después la he vuelto a ver varias veces. Es una de las películas de mi biografía cinematográfica, no por su calidad, que la tiene, sino por su intensidad emocional,  y por cómo me identifiqué con ella,  me provocó una conmoción, como si fuese un preámbulo de la fragilidad de todas las cosas y su fugacidad. Y he recordado siempre estos versos de William Wordsworth, creo que la traducción de la esta versión que lee Nuria Espert es mucho mejor que la que se oye en la películahttp://www.youtube.com/watch?v=ZM3UyZ-7zNU

domingo, 20 de octubre de 2013

El río

Hermosa aportación de mi hermana a este blog:



Toqué por fin el fondo del río.
El río solitario,
silencioso como un cocodrilo agazapado.

Hacía frio y viento
a esa hora
escurridiza
del final de la tarde.
Los árboles y los arbustos se inclinaban hacia el sur
a punto de rozar el agua.
Lancé una piedra pequeña,
luego un palo
(me dejé hipnotizar por los mágicos círculos concéntricos ).

Descalza,
resbalé por la orilla,
por las piedras cubiertas de musgo
verde y húmedo,
viscoso.
Me sumergí.
Mis pies
se hicieron fango,
mi cuerpo
rama, alga, planta acuática.
Quise ser la vida
que guarda el río:
ser para él.
Como una culebra me escurrí
entre la maleza,
avancé
nadando a oscuras
y no me ahogué.

Toqué por fin con mis manos el barro del fondo del río.

Soy su corazón.
Cientos de libélulas me besan la piel.

                                       Alicia Blanco

El escenario del hombre


LECCIONES DE COSAS

Por encima del campo pasó el mes de septiembre.
Quizá el último sol de otoño
-antes de que las lluvias
lleguen- sea este
sol en periplo rápido (entre rosadas nubes)
hacia
su lejano destino, arrebatado
de todos los espacios
por la ciega atracción de otro cuerpo celeste
(Consúltense estos nombres en una enciclopedia:
galaxia, paralaje, azimut, Newton, auge.)

De cualquier forma, no es preciso
mirar hacia lo alto para maravillarse.
Sorteando las – para ellas – corpulentas
briznas de hierba,
más cerca de la tierra aún que nosotros,
he aquí a las hormigas
(Hormigas: insectos himenópteros que viven
asociados. Véase también: abejas.)
esforzándose
por llevar otro grano a su granero.
Conscientes – me parece –
de la proximidad de la estación lluviosa,
intensifican
su actividad, con intención, sin duda,
de aprovechar ala máximo el tiempo que les queda.

Imitémoslas.

Pero como los días
son cortos (el sol se pone
hacia las diecisiete y treinta y cinco,
y la luna,
aunque llena hoy y en Libra,
no brillará en el cielo hasta muy tarde)
utilicemos
la última luz para llenar los ojos
con tanta realidad abrumadora:

cosas que son y que no son,
como este río
distinto cada instante
a su inmediato próximo pasado
fluvial cadáver que en la mar descansa;
cosas que sobreviven en su forma
siempre provisional, mas sin embargo
tenazmente buscada,
Igual que esa lejana cordillera
pulida por ventiscas y glaciares;
vidas que se desviven poco a poco
vivificando con su lenta muerte
nuevas muestras de flora y de paisaje.

Hostil y sometido,
entregado y violento,
éste es el escenario y el soporte
del hombre.
Aquí vivió su oscura,
su dolorosa infancia,
recién llegado apenas
a este  recinto despiadado y húmedo,
invitado
del azar y de nadie,
inesperado huésped de los bosques,
usurpador del reino de las fieras
y de los ciegos, tercos vegetales,
fiera insaciable él mismo
que consiguió matar cuanto negaba
su deseo,
que supo rescatar de los incendios
el calor y la luz,
y oponer a los vientos las extensas
y blancas velas de las naves,
y detener o derramar las aguas
sobre la tierra exhausta y arañada,
mordida, rota, transformada, dócil
como un cuerpo vencido o disfrutado.

Ésta es, en fin, la clara piedra
donde su incierta historia queda escrita.
Y si a veces lo olvida,
si vuelve su mirada hacia otra parte
intentando extraer de lo ya abstracto
una idea concreta que lo explique,
todo es lo mismo ya.

                        Sucede entonces,
que si habla, el hombre, aunque no quiera, miente.

                                                       Ángel González

sábado, 19 de octubre de 2013

El lugar que tanto amaste

 Está el lugar del amor: el espacio íntimo, tan nuestro, que al amar compartimos con otro. El espacio del amor es un lugar que brilla, que resplandece con los rayos dorados de una mirada nueva. Es una parte de nosotros que abrimos a otro. La experiencia del amor correspondido, desde el primer día en que otros ojos también nos miran, desde el beso y los primeros gestos, va poblando un territorio con los hitos, los lugares, las fotografías, la ropa, los momentos, las canciones, y creando un paisaje sentido, en parte imaginado,  una topografía mítica por donde transita nuestro sentir con el fluir de la biografía de ese amor y a la que vuelve, compungida, nuestra memoria, cuando el amor termina. El amado que se marcha, nos deja, abre la herida en ese paisaje que se vacía y, durante mucho tiempo,  se convierte en paraíso perdido, en doloroso locus amoenus que ya no consuela y del que también hay que irse.


Mas ya que a socorrer aquí  no vienes,
no dejes el lugar que tanto amaste
que bien podrás venir de mí segura.
Yo dejaré el lugar do me dejaste;
ven, si por sólo esto te detienes.
Ves aquí un prado lleno de verdura,
ves aquí una espesura,
ves aquí un agua clara,
en otro tiempo cara,
a quien de ti con lágrimas me quejo.
Quizá aquí hallarás, pues yo me alejo,
al que todo mi bien quitarme puede;
que pues el bien dejo,
no es mucho que el lugar también le quede.
           Garcilaso de la Vega, Égloga I

Está la mujer que espera al amor ausente, al que se fue, Penélope nostálgica del paraíso perdido, tantas veces cantada en las cantigas d´amigo. Figura expectante junto al mar por donde se fue su amor viajero que espera persistente a que se amado vuelva.

Ondas do mar de Vigo
se vistes meu amigo?
            E ai Deus, se verra cedo!
Ondas do mar levado,
Se vistes meu amado?
            E ai Deus, se verrá cedo!
                      Martin Codax, Cancionero galaico-portugués


Sin embargo, si vuelve, si volviera, ese escenario de esplendor, el paraíso, no va a ser ya nunca el mismo. Es la historia de Ulises al que Penélope no reconoce.

Después de perderte, se sucedieron los días y los dolores, las horas huecas como ecos, con sus cinco minutos de ausencia; las tardes de nubes y lluvia y los crepúsculos dorados y rojos sobre la líneas del mar. Siguió cayendo implacable la arena de los días hasta que dejó de doler y el mar se hizo rutina confortable como una mecedora en un balcón. Ahora, al brillar suavemente la luz limpia de lluvia sobre las paredes de los edificios, al caer esta tarde turquesa y transparente con su soledad indiferencia a las mudanzas del tiempo, tu vuelta no tiene importancia. El que lloré se quedó allá lejos entre el agua y los cristales rotos y al que ha vuelto no le reconoce Penélope. 


De cualquier forma, la idea del amor que vuelve y restaura el paraíso conmueve en lo más íntimo, porque permite por unos minutos creer en esa presencia masculina que, con su vuelta, restaura el amor en su pureza, nos retrotrae a los orígenes.  Uno escucha esa voz que le habla al oído a su amada en la canción de Caymmi y siente un hondo consuelo, como si por unos instantes todo fuese restaurado, la promesa cumplida y las conchas y caracolas que el pescador le trae a su morena,  el mayor tesoro, la firme garantía de la pervivencia de ese amor. El hombre vuelve de un lugar lejano. La mujer le espera en el lugar íntimo y preservado del amor. Él llega con sus tesoros, pruebas preciosas de su aventura, de un mundo que ella no ha visto, para “agradarle” y para “que se adorne”  y se lo transmite con la dulzura amorosa su voz, con la fuerza de su yo masculino - sou eu que acabei de chegar.  Hay en esta melodía que acuna como un bálsamo, en sus palabras dulces, significados sobre lo masculino y femenino hondamente arraigados en nuestra cultura, tal vez ancestrales, el hombre que parte al mundo, que se va, que explora, que caza, y la mujer que se queda, que espera, Ulises que viaja y Penélope que teje y espera. Vibran ahí dos espacios: el que se dejó un día y al que se vuelve, y el de la aventura, el de la búsqueda, el de lo nuevo, que ha conocido quien se fue y que solo intuye o adivina quien se queda. Eso está siempre presente en las idas, lo que ve quien se queda, lo que mira quien se marcha. En este caso asociado a papeles de género discutibles ya, afortunadamente. 

viernes, 18 de octubre de 2013

Dejarse llevar

Ella huía de espejismos y horas de mar...
Aeropuertos, unos vienen otros se van... 
El valor para marcharse el miedo a llegar... 
Llueve en el canal, la corriente enseña el camino hacia el mar...
Sueña con despertar en otro tiempo y en otra ciudad...
Dejarse llevar suena demasiado bien. ..
Nunca sabes donde puedes terminar o empezar...


Me gusta mucho Vetusta Morla, sus letras, esta especialmente, con esa atmósfera portuaria, de estación, de tránsito. Y al mismo tiempo, como un anhelo de llegar a otro sitio, otra ciudad, otra vida. Una isla donde atracar, un tiempo. Pero prevalece la idea de fluir, de la corriente que empieza y acaba sin cesar, la continuidad en la que lo que parece final es principio y los principios son despedidas.

Dale cobijo a mi piel

Isla de arenas blancas y agua de magnética turquesa. Playas dulces de espesas y deslizantes espumas, caricias de sal y olas que adormecen, distancian, arrullan. Líneas curvas de arena y agua.
Bajo el verde cálido de los manglares, allá en el fondo del agua, el lodo, lo más oscuro. Y en ese reino perdido, lejos de los ojos del mundo, acunada por las olas, en la playa, ajena al viscoso movimiento del pantano movedizo, yace tumbada la sirena adormecida, complacida, olvidada.
He aquí, la tragedia de la isla: bajo la tierra, el veneno, y la sirena, dormida.


Este texto ya tiene mucho tiempo. Me he acordado de haberlo escrito hoy, mientras pensaba en la idea de la isla como refugio, o paraíso, ese ideal que hay dentro de uno tantas veces de irse hacia un lugar que nos haga olvidar lo que somos, que nos aleje de la rutina o que nos dé una tregua al vivir diario con nuestras contingencias cansinas. Que nos meza,  nos acune, nos seduzca. En la época que escribí este texto, creo que quería hablar de lo que se esconde bajo las varias capas de ceguera con las que cubrimos el paraíso, cuando en él nos creemos. Hay muchos paraísos, el del amor es uno. En los paraísos isla podemos navegar por el mar como sin ver los tiburones. Podemos vivir como sirenas dormidas. Una isla es como una pequeña utopía de felicidad, una brillante promesa, el escondite de los tesoros. Supongo que todos hemos vivido algún tiempo en una isla o hemos querido huir a ella. Pero con el tiempo puede ser una encerrona, una trampa sofocante, un lugar del que escapar. Esta de la foto es la isla de las islas, la isla de Jonhy Kay. Caribe, Caribe. Vista desde otra isla. Podría ser un imán. Pura promesa. 

Cozumel, Juan Perro:
                   

miércoles, 16 de octubre de 2013

Irse o quedarse

"Parece que haya dos tipos de persona: los que siempre se van y los que se quedan siempre (...). Mejor, los que quiere quedarse y los que quieren irse"

" En realidad es completamente imposible estar completamente en un lugar o irse del todo (...) casi todo el mundo vive así ¿no? entre ir y quedarse, como en una frontera"

"Es como si estuviera dos veces exiliado, dijo Álvaro mirando la jarra, la primera por haber venido, la segunda por haberme quedado".

"Entonces, ¿había llegado el momento de seguir viaje? ¿Era ese su destino? ¿O esa era su fuga? ¿Quiénes eran más libres: los que se van aceptando su derrota o los que insisten en quedarse para ser vencidos?"

                                                 Andrés Neuman, El viajero del siglo





Irse parece movimiento, acción. Quedarse desistencia, conformidad, sin embargo, es también compromiso, la fortaleza del capitán que no abandona el barco. Irse tiene algo de abandono, de renuncia, pero es también  la valentía del explorador que busca lo nuevo, o la rebeldía del desertor que se escapa de lo antiguo, lo repetido. O Ulises que vuelve a Ítaca.
Quedarse es aferrarse al hogar y el desayuno por las mañanas, perseverar en los afectos. Tiene también la nostalgia del que contempla zarpar el barco y se queda quieto en el muelle adivinando mundos que nunca va a pisar. Que ve despegar los aviones y partir el tren atronando el andén que luego queda vacío. Y después vuelve a la casa callada.  Y espera.

domingo, 13 de octubre de 2013

Peregrino

                                   

¿Volver? Vuelva el que tenga, 
Tras largos años, tras un largo viaje, 
Cansancio del camino y la codicia 
De su tierra, su casa, sus amigos, 
Del amor que al regreso fiel le espere. 

Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas, 
Sino seguir libre adelante, 
Disponible por siempre, mozo o viejo, 
Sin hijo que te busque, como a Ulises, 
Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope. 

Sigue, sigue adelante y no regreses, 
Fiel hasta el fin del camino y tu vida, 
No eches de menos un destino más fácil, 
Tus pies sobre la tierra antes no hollada, 
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.


                                                              Luis Cernuda



La casa

“Desde siempre tuviste el deseo de la casa, tu casa, envolviéndote para el ocio y la tarea en una atmósfera amiga. Mas primero no supiste (porque eso lo aprenderías luego, a fuerza de vivir entre extraños) que tras de tu deseo, mezclado con él, estaba otro: el de un refugio con la amistad de las cosas. Afuera aguardaría lo demás, pero adentro estarías tú y lo tuyo. / Un día, cuando ya habías comenzado a rodar por el mundo, soñando tu casa, pero sin ella, un acontecer inesperado te deparó al fin la ocasión de tenerla. Y la fuiste levantando en torno de ti, sencilla, clara, propicia: la mesa, el diván, los libros, la lámpara -atmósfera que llenaban con su olor algunas flores de temporada. / Pero era demasiado ligera, y tu vida demasiado azarosa, para durar mucho. Un día, otro día, desapareció tan inesperada como vino. Y seguiste rodando por tantas tierras, alguna que ni hubieras querido conocer. Cuántos proyectos de casa has tenido después, casi realizados en otra ocasión para de nuevo perderlos más tarde. / Sólo cuatro paredes, espacio reducido como la cabina de un barco, pero tuyo y con lo tuyo, aún a sabiendas de que su abrigo pudiera resultar transitorio; ligera, silenciosa, sola, sin la presencia y el ruido ofensivos de esos extraños con los que tantas veces ha sido tu castigo compartir la vivienda y la vida; alta, con sus ventanas abiertas al cielo y a las nubes, sobre las copas de unos árboles. / Pero es un sueño al que ya por imposible renuncias, aunque sea realidad de todos a la que no puedes aspirar. Resistir es demasiado pobre y cambiante -te dices, escribiendo estas líneas de pie, porque ni una mesa tienes; tus libros (los que has salvado) por cualquier rincón, igual que tus papeles. Después de todo, el tiempo que te queda es poco, y quién sabe si no vale más vivir así, desnudo de toda posesión, dispuesto siempre para la partida.”                                                                                                                                                    Luis Cernuda, Ocnos




"A casa quarentena, isolada, isolante, lado a lado com uma outra, a coletiva. Pátio aberto aos encontros entre desemelhantes, que não pretendem fundir-se numa família de iguais. Um aglomerado vazado, de cómodos articulados, de entradas e saídas múltiplas. Uma matéria viva compartilhando experiências com que circule, provendo a atodos ocm uma espécie de manto que aninha sem sufocar. Manto que não acaba nunca de ficar pronto, porque as linhas vão se desgastando, pela força do uso arrebentam, e desanda aquele complexo desenho que ali se inventava em conjunto. Então se começa a amarrar tudo de novo e sempre de um outro jeito, compondo uma nova urdidura singular. (...)
Eu nunca estive à procura de um território, mas de estados de território, espaços que me fisgam pelo estranhamento de seus volumes, formas, cores vivas, su explícita plasticidade. E estou sempre lá, operando nessa coordenada incerta, irreproduzível gráficamente, trafegando nesse espaço movente, silencioso, incapturável."
      Rosane Preciosa, Rumores discretos da subjetividade. Sujeito e Escritura em processo

Nascer pelo meio

"Brotar pelo meio é opor-se a aum destino que progride em direção a algo, é acariciar riscos, acumular éxitos e retumbantes fracasos, é se infiltrar por alguma vicinhança, fazendo conexões, é povoar o cotidiano de incertezas, é recolher-se numa tenda de silêncios, num gesto de delicadeza diante do que está a se formar e maturar diante de si. É fazer vingar un sujeito, cuja pupila arquiva imagens do fora, recusando-se a fazê-las coincidir consigo mesmo. É aprender a avançar com a fatal coragem de não saber o que esperar dos encontros. É desembarcar em terra firme, aos berros, sem saber no que isso vai dar, apenas dobrando-se aos impoderaveis da existência.
Através de um longo túnel, espreme-se um corpo. Arrasta-se, forçando passagem, avançando sofregadamente. A cena nos convoca un nascimento. O modo de nascer é por sua conta."
        Rosane Preciosa , Rumores discretos da subjetividade. Sujeito e escritura em proceso



Este proceso de vida como un constante alumbramiento hacia lo nuevo, un proceso en el que el hombre se enfrenta al futuro sin saber pero siempre empujado hacia algo distinto, ese morir constante para nacer de nuevo a un futuro desconocido pero necesariamente otro, es esencial en nuestra vida. Inevitable y necesario para que se dé el progreso, la evolución, el avance. A veces inexorable y casi siempre doloroso.  Lo que Nilton Bonder, en El alma inmoral, llama pasar de lo estrecho a lo amplio, y en estos procesos, esenciales en nuestra vida, dice, la que nos lleva, la que empuja es el alma, el alma es la que ansía lo nuevo para expandirse, para vivir. La fuerza del anhelo es la energía que empuja al cuerpo al cambio. Y en la medida en que tengamos el coraje de entregarnos a esos cambios, de lanzarnos al camino, seremos un poco más felices. Solo entrando en el túnel, entregándose al movimiento, entrando en el Mar Rojo, las aguas se abren. Y el camino surge. Y avanza la vida.







sábado, 12 de octubre de 2013

Camino






"Existe una meta, pero no un camino. Lo que llamamos camino, son vacilaciones"
                 Enrique Vila-Matas "Por qué ella no lo pidió", Exploradores del abismo

"Perder-se também é caminho" 
                                 Clarice Lispector, A cidade sitiada




El vacío

"Está solo en la noche y en el mundo, Andrei Petrovic Petroscov, con una familia entera a su cargo. Es un ser aislado y en el fondo muy solitario, que tal vez sólo podría respirar si se atreviera a asomarse al espacio vacío que - piensa Andrei Petrovic Petroscov apagando de pronto el puro en el cenicero - debe de existir fuera de su familia. Pero ¿cómo se asoma uno a un espacio vacío?"
                                    Enrique Vila-Matas, "Fuera de aquí", Exploradores del abismo

"Para que alguna cosa ocurra, es preciso crear un espacio vacío".
                                Peter Brook, La puerta abierta





Asomarse al vacío, a un espacio no habitado, al mundo que no vemos, que no existe porque no lo pisamos, solo la burbuja, la pecera en que vivimos.Salir, ir afuera, ir al vacío. Si uno se queda dentro , no se mueve. Aprender a respirar en el vacío. Cambiar de estado.
El hueco que llena el vacío genera la vida. Centrar la atención en el eco de cada latido. Es todo lo que hay... Ni siquiera el silencio hay: Vacío, Daniel Drexler




Salir de lo estrecho a lo amplio. El cuerpo se resiste, teme. El miedo paraliza al cuerpo. Es el alma la que nos empuja al vacío, el desequilibrio. Tras él está la tierra  prometida, lo amplio: "O futuro existe se vocês marxarem" A alma imoral, basada en el libro de Nilton Bonder





El lugar del alma

"El sitio de la  pertenencia profunda debía buscarse en el contraste entre la estación del cuerpo y el lugar del alma"
                            Marcela Serrano, El albergue de las mujeres tristres



Un lugar

"Todos pertenecemos a un lugar"
        Margareth Atwood


Con los ojos más atentos

"Quando Vladimir visitou sua mãe em Praga, ´havia sempre aquela aflição inicial que se sente justamente antes que o tempo, apanhado de surpresa, de novo ponha sua máscara de familiaridade´. Mesmo ela estava murchando até a desaparição. Tempos atrás, no entanto, Elena Ivanovna tinha ensinado ao filho um segredo, como se na expectativa de uma perda iminente. Ela o tinha ensinado a observar com os mais atentos olhos, e lembrar-se. (...) ´Assim, de alguma forma, herdei um extraordinário simulacro - a beleza de um bem intangível, uma propriedade irreal - e isso provou ser um treino esplêndido para enfrentar a duração de futuras perdas´. (...)
"Não havia retorno. Vladimir Nabokov nunca mais voltou, assim como meu próprio pai nunca voltará. ´Agora é outro lugar´, ele continua me dizendo. Mas sei que ainda sonha, em noites de sono profundo, com platôs varridos pelos ventos, framboesas silvestres e passeios a cavalo sem sela.
Através dos abismos transparentes de nossas vidas, voltamos a cabeça para trás em busca do passado. E, já que não podemos ver tudo com tanta clareza, imaginamos novos mastros e velas agitando-se brandamente por sobre as águas. Em silêncio, a memória ofusca o passado e cintila sozinha."
                              Lila Azam Zanganeh, O encantador Nabokov e a felicidade



La lectura de este libro me ha traído como un viento, un soplo de tantas cosas que de algún modo yo ya he sentido. Y algunas ideas nuevas o ráfagas de luz que me acompañarán siempre, como un conjuro contra la pérdida o la fugacidad de las cosas, un consuelo luminoso contra el desarraigo, un mantra, casi un credo: observar con los ojos más atentos y acordarse. Y llevarlo consigo. Y seguir yendo. Dejar que la memoria destelle sola. Así mejor y bien acompañada.

E há o que se mexe.

HÁ AQUILO QUE FICA FIRME (UM POSTE)
e não comove e há o que se mexe (uma árvore)
e faz barulho e chega a parecer um polvo com tentáculos
tentando agarrar as nuvens, ao contrário
das montanhas muito firmes
e sérias e certas de onde estão
mas há também o que se movimenta
rápido demais na moldura da janela: um pássaro
sempre pode ser uma andorinha ou uma águia
e um avião nunca sabemos
de onde parte para onde segue
                        Alice Sant´Anna, "Rabo de baleia"